La Renga - Santa Fe - Rosario - Camping Municipal Parque Alem

Un recital dura mas que las tres horas en las que los artistas suben y bajan del escenario. Pero comienza antes. Mucho antes.

Para muchos de nosotros seguramente comenzará en varias y distintas etapas; pero lo importante es que comience. Siempre. El comenzar es hermoso en cualquier proceso: los preparativos, dejar volar la imaginación, que aparezca la ansiedad mezclada de emoción, las ganas que te dibujan esa sonrisa de querer que llegue YA ese momento; esperarlo y pensarlo en el trabajo, en tu casa, o mientras viajas y te imaginas viajando, pero con un destino mas específico. No se como será en otras partes del universo, pero este recital, como todos los anteriores comenzó muchos meses atrás, cuando al enterarme de que La Renga iba a presentar el disco; comenzamos con los preparativos de investigación sobre cómo obtener las entradas y estar así presentes en la presentación oficial de Algún Rayo, el 11vo. disco de la banda de Mataderos.

No había otro lugar en el que estar. No había forma de perderse semejante evento. No había mejor manera de terminar el año. El recital es mas que el show en Rosario, la idea de salir de viaje con amigos, compartir momentos, risas, saltos, gritos, cambiar de aire y que ese aire se contagie de música para el oído de treinta mil personas que delilaron con el los doce nuevos temas de Algún Rayo es lo que a mi gusto, debería de suceder todos los años, y mas en fechas cercanas al treinta y uno.

El primer corte, Poder ya prometía lo que la banda había estado trabajando en estos últimos dos años desde su anterior disco Trueno Tierra. No era ni fue erróneo suponer que el recital no estaría a la altura, y lo estuvo. Desde que empezó hasta que terminó la banda no bajó ni por un momento esa euforia que mantiene la furia de la bestia rock desde hace décadas atrás. Si bien siempre termina el recital con ganas de mas y con las gana de salir y comprar la entrada para el show del próximo día (Aún me cuesta entender porqué las bandas no ponen cajeros a la salida del recital, ¡sería un éxito de ventas!) esta vez el sentimiento fue mas que el pensamiento y varios se quedaron un día mas para disfrutar de la segunda fecha. Tuvo sonido, tuvo color, a pesar de la lluvia antecesora el campo estaba en perfecto estado para saltar y disfrutar. Se escuchaba perfecto desde cualquier parte del lugar y eso, al menos para mi, es impagable.

Todo viaje tiene sus anécdotas, los ansiosos que viajan antes por disponibilidad, los que viajan en el último micro disponible y los que casi se lo pierden por querer comprar un pancho antes de subir. De eso se trata este proceso de bailar en una pata a fin de año, de despedirlo saltando, y disfrutando con mis seres queridos. En mi caso, treinta mil personas disfrazados de amigo que se dan lugar sea adonde nos lleve la vida, para sentirnos que el destino ciudad futura, es adonde haya Algún rayo...

 


Pasaron muchos años desde mi último recital y hasta que no estuve adelante del escenario, que no me percaté de cuánto necesito de estos recitales, de cuanta energía me transporta, fluye, contagia, genera y me inyecta tanto como para terminar el año (como excusa de tener que llegar a fin de año para esto) como nafta para el nuevo año que está a punto de comenzar. 

Por eso no importa cuando comienza el recital para vos, que estas leyendo esto, sino que no tiene fin, porque el recuerdo persistirá, por los siglos de los siglos...